Configurar una buena marca personal online para un periodista es vital hoy en día, pero la mayoría están tan arrastrados por la rutina diaria que no tienen tiempo o no saben cómo hacerlo: del papel se puede trasladar parte de la marca ya existente, pero el usuario online exige al periodista saber manejarse de una forma fluida en este nuevo entorno. Es, para este nuevo público, una razón de peso para otorgarnos su confianza. Y, para el periodista, una oportunidad de diferenciarse.
Convertirse en referentes para un público que busca -de forma habitual o puntual- información sobre un determinado tema no se consigue de la noche a la mañana y exige grandes esfuerzos de dedicación, horas de información y formación, tardes enteras de edición, revisión, conversaciones en red, congresos y eventos offline…
Pero por algún sitio se debe empezar. Lo simple suele dar buenos resultados: basta con apostar por la generación de contenido desde un blog personal en el que escribir sobre ese tema en el que sabemos que somos realmente buenos, en el que nos diferenciamos de los demás o del que nos resulta más fácil hablar y comentar.
Marca personal: apuntes básicos
.- Presencia en redes sociales. Una vez que tengamos la idea de nuestro blog en la cabeza (un buen tema, las 2-3 primeras entradas, nuestra página de biografía, nuestra declaración de intenciones, etc.) debemos perfilar también las redes sociales que tienen un perfil más profesional (compartir tu contenido en Facebook para que lo lean tus amigos y conocidos está bien… pero no es suficiente ni tiene el valor que necesitamos para crear una marca personal profesional). Entre esas redes y plataformas de contenidos, por tanto, no debería faltar Twitter, Linkedin, Disquus, Digg/Menéame…
.- Sé fiel a tu imagen… de marca. Al igual que sucede con las empresas (aquí la «empresa» eres tú) es necesario seguir una imagen coherente con lo que deseamos representar, con lo que queremos que el público perciba de nosotros. Por eso, aunque pueda parecer una cuestión menos, es importante mostrar la misma foto en todas las redes sociales y plataformas que utilicemos para desarrollar nuestra profesionalidad online. (Nota interesante: mejor si sales con una sonrisa. La sonrisa está minusvalorada pero la experiencia me dice que con una sonrisa puedes conseguir más cosas que con palabras).
.- Busca un eslogan/frase corta que te defina tanto en lo personal como en lo profesional. Rellena todos los datos que te pidan en los perfiles que puedan ayudar a tus lectores a entender tus contenidos, tu tono, tu estilo o la temática sobre la que escribes.
.- La ley de la constancia. El trabajo constante se premia en la red. Puede que al principio seas un auténtico desconocido pero verás que poco a poco vas ganando seguidores cada vez más relacionados con tu profesión y tus expectativas profesionales. Sé selectivo y cuida tu amistad con esas personas que profesionalmente te parecen interesantes: seguro que te aportarán muchas cosas, desde su conocimiento leyendo sus blogs a su experiencia si les pides ayuda puntual.
.- Desvirtualízate. La red está fenomenal para conseguir una proyección amplia y relativamente rápida si atendemos a otro tipo de fórmulas de promoción tradicional. Sin embargo, llegado un punto, ese trabajo de proyección virtual debe ir acompañado de hechos, de presencia: en congresos, seminarios, colaboraciones con otros profesionales del sector, pequeños encuentros con aquellos seguidores con los que más te identifiques… Este paso no es esencial (y a mí, la verdad, es el que más me cuesta) pero a mucha gente le funciona y puede marcar la diferencia a la hora de desarrollar de forma más completa tu marca personal.
Por muchas recomendaciones, sugerencias y literatura que se escriba sobre el asunto, lo cierto es que cada uno debe encontrar y elegir la fórmula con la que se encuentre más cómodo. No cabe duda que Internet ofrece un escenario incomparable para desarrollar una presencia profesional online que reporte buenos resultados pero, ante todo, uno debe entender qué clase de profesional es y cómo quiere que los demás lo entiendan. Casi nada, eh 😉