Por Eva Diz
Por fin he cobrado. Hoy sí, desde marzo, mi primer «sueldo» estatal… y no es que me hayan hecho funcionaria, no: He cobrado mi primer paro. No puedo quejarme, para haber estado sin trabajar desde el 20 de abril, el «salario» no está nada mal, pero la inseguridad y la incertumbre no se pagan con dinero. Así que, a pesar de mi cara relajada, mi vida tranquila y mi sonrisa de oreja a oreja, he de admitir que yo no sirvo para estar en el paro. Un mes y pico de vacaciones… creo que he tenido suficiente. (Me arrepentiré de haber dicho esto, lo sé :))
La verdad es que, como os he venido contando, tampoco es que haya parado mucho en este tiempo: sigo estudiando, sigo dándole forma a mi proyecto de empresa y cada día soy mejor cocinera (:D), voy a la playa (estoy morena como nunca), quedo a tomarme mis cañas, leo muchísimo, veo series por toneladas y duermo, duermo y duermo… pero me falta algo.
Me siento con fuerzas, con ganas, con todo lo necesario para volver a empezar y hacerlo mejor que nunca. Mi problema es que no sé muy bien por dónde empezar y no sé si todavía he de esperar un tiempo para tomar decisiones. Saber esperar… tengo que cultivar más esa virtud, supongo.
Por el momento, he cobrado y eso me da un respiro, por flojo que sea. Seguiré con mis rutinas nuevas, acostumbrándome a la buena vida, a la calma, a no mirar el reloj, a esperar. Estudiando, creando. Aprendiendo. Esperando.
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